El melanoma es un cáncer que se origina en las células productoras de pigmento (melanocitos).
El melanoma puede comenzar como una formación cutánea nueva, pequeña y pigmentada que aparece sobre la piel normal, muy a menudo en las zonas expuestas al sol, pero también puede desarrollarse a partir de lunares ya existentes, como sucede en la mitad de los casos. A diferencia de otras formas de cáncer cutáneo, el melanoma se extiende rápidamente (metastatiza) hacia partes alejadas del cuerpo, donde continúa creciendo y destruyendo tejido.
Cuanto menos ha crecido el melanoma en la piel, mayor es la probabilidad de que cure. Si el melanoma ha crecido profundamente dentro de la piel, suele extenderse a través de los vasos linfáticos y sanguíneos y puede causar la muerte en cuestión de meses o de unos pocos años. El curso de la enfermedad varía en gran medida y parece que depende de las defensas del sistema inmunológico. Algunas personas sobreviven durante muchos años en un aparente buen estado de salud a pesar de la propagación del melanoma.
Diagnóstico y tratamiento
Cuando se sospecha la presencia de un melanoma, se realiza una biopsia (extraccción de una muestra de tejido y examen al microscopio). Los tumores pequeños se extirpan enteramente, pero cuando son grandes se obtiene sólo una pequeña porción. En cualquier caso, un anatomopatólogo examina el tejido al microscopio para determinar si el tumor corresponde a un melanoma.
Quirúrgicamente puede extirparse la totalidad del melanoma; si éste no se ha propagado, el índice de curación se acerca al cien por cien. Sin embargo, cualquier persona que haya tenido un melanoma corre el riesgo de desarrollar otros. En consecuencia, estas personas necesitan controles peri&oaute;dicos de piel.
A pesar de que se recurre a la quimioterapia para tratar los melanomas que se han extendido, los índices de curación son bajos y la enfermedad suele ser mortal. De todos modos, el tratamiento experimental mediante inmunoterapia con interleucina-2 ha aportado resultados prometedores.